Hace poco, El fogón de Catalina pegó el patinazo; mea culpa. El patinazo fue a costa de una tarta de plátano y chocolate que mi queridísima Cintya me encargó. En mi descargo diré que me la encargó con muy poco tiempo y que el fastuoso verano hizo el resto, pero eso sería escurrir el bulto como diría mi abuela... Yo tendría que haber dicho que no porque: La tarta tiene que posar lo suficiente como para admitir la cobertura y eso son horas; no tuve previsión de tiempo. Dos: la ganaché de chocolate necesita más horas aún para formar una cobertura firme alejada de lo pegajoso, el tiempo de nuevo. Tres: además el fastuoso verano hace que el trayecto desde el Fogón al punto de "ingesta" deshaga más cobertura y relleno; no tuve previsión de climatología y eso que llevo con el ventilador de mochila desde hace casi dos meses. Cuatro, tanto que me precio de que mis tartas son personalizadas y llevo las preferencias de mis amigos al extremo; me enteré demasiado tarde de que a ninguno de la familia le gusta la trufa... relleno del que la tarta rebosaba... un fiasco...
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Ganaché aún caliente... horror seguro |
Mi único consuelo es que cuando Cintya y su familia vuelvan de vacaciones, tendrán una tarta de plátano y chocolate perfecta... y sin rastro de trufa.
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